RECOMENDACIÓN: Quick musical Doodles de Two feet
Quick musical Doodles de Two feet
Sebástian se encuentra
en la oficina abrumado por la ausencia de Victoria. Consternado con la
respuesta que recibió esta mañana en su Whatsapp.
No supo cómo afrontar la situación. Se dejo llevar por lo que
sentía y tomo la oportunidad que le compete, en el momento.
Luego del almuerzo, observa desde su escritorio, la llegada de
Victoria. Haciéndose notar, llevando por delante los escritorios, las sillas y
los muebles.
Victoria llega desaliñada,
con ojeras evidentes en su rostro. Se toma con ambos brazos la cabeza y se desmorona
sobre su escritorio.
Prende la computadora y
el sistema le arroja un error:
ERROR DE RED. VERIFIQUE CON SU SUPERIOR SOBRE
ESTE ERROR. D452.
- “¡Diablos!”- exclama,
alborotando a sus compañeros por su grito reciente.
Sebástian la observa. Y
ella enroscada en su mal día, se dirige a la oficina de él.
Entra arrogante como
siempre.
-¨Mi computadora arroja
un error. Necesito que verifiques esto para poder continuar con mi trabajo”. Anuncia
de mala manera.
Sebástian se aclara la
garganta.
- “Si hubieras llegado
a tiempo, te habrías enterado que nos actualizaron el sistema y no tendrías
este problema”.
Victoria enrojece de
furia y vergüenza. No se atreve a
mirarlo a los ojos.
Resplandece su
cabellera con los rayos de sol, sus pecas se marcan como si recién hubiesen
salido en su rostro. Su camisa ajustada y con los botones mal abrochados
denotan la urgencia de su salida para llegar 5 horas después del horario
habitual a su trabajo.
No dice nada. Victoria
mira para abajo y no dice nada.
Sebástian teclea con
velocidad en su teclado y le dice:
- “Listo. Ya podés
continuar”.
Victoria lo mira a los ojos,
pero no se marcha.
Segundos eternos.
Instantes impresos en la memoria. Clava sus ojos en los de él y en silencio el
tiempo transcurre más despacio.
- “Victoria… Ya podés
continuar con tu labor o querés que platiquemos de tus errores?”.
Ella se marcha a toda
prisa y comienza a concentrarse en sus tareas del día.
Arrogante. Presumido. ¿Mis
errores? ¿Acaso soy la única que los comete? ¿Quién se cree que es?
La tarde transcurre con
normalidad.
Al final del día, el
silencio comienza a reinar y Victoria se da cuenta que se ha quedado sola. Estaba
tan concentrada en lo que estaba escribiendo que no se dio cuenta de la hora.
Sebástian abre la
puerta y le indica que se acerque.
Victoria estaba por
marcharse pero decide ingresar en el salón cuando lo ve con unas carpetas que
reconoce enseguida en sus manos.
Se dirige discretamente
y le dice:
-“Ya me estaba por ir”.
-” Lo sé”. Le indica guiñándole
un ojo. “Te llame para hablar de Julieta Diaz. Su libro necesita de varias
correcciones antes de proceder a la impresión. La portada ya esta lista, la
maquetación ya fue realizada por Cintia. Ahora te tocará a vos, volver a releer
su manuscrito y enfocarte en que el contenido sea digno de atrapar a nuestros
clientes. Ya sabrás como. Tendrás que contactarte con ella y sugerirle
amablemente que cambios debe hacer. Quizás una reunión vendría bien para que
acuerden puntos en común”.
Victoria suspira largo
y tendido.
“Uff. Por un momento
creí que ibas a castigarme por mi faltazo a la oficina”.
Silencio nuevamente.
Sebastián se acerca a
la puerta y apoya un brazo sobre la pared. Encerrando a Victoria entre un
límite imposible de salir.
Su boca se acerca y a
tres milímetros de ella le dice:
-“Tu castigo será esta
noche”.
Victoria suspira
agitadamente. Intenta deslizarse para alejarse lo más rápido posible de esta
situación, sin embargo, en el interín de su gran escape, roza su cremallera.
Sebástian lo nota y sonríe haciendo que ella se enfurezca aún más.
Toma su mano y sus
dedos se escurren entre los de él acariciando suavemente la palma.
Sebastián la aprisiona un
poco más. Victoria cierra los ojos esperando que el beso ocurra.
Sus cuerpos arden al
compás.
Él le susurra al oído: “Todavía
no”.
Y se aleja nuevamente.
Victoria no entiende lo
que acaba de ocurrir. Sintió su miembro abultado contra ella. Sintió los
latidos del corazón resonando al compás. Acelerados. Alterados por una
situación incapaz de controlar.
Victoria sabe que
quiere más. Pero no está segura de ir esta noche. Teme de lo que pueda suceder.
Teme que todo arruine su sueño de ascenso, sus deseos de publicación, la novela
que quedo en stand by, dispuesta a salir a la luz en cuanto ella tuviera la
valentía necesaria para terminarla.
Sebástian tenía ganas
de continuar. Pero si la besaba quizás eso hubiera sido todo. Planea hasta el
más mínimo detalle para esta noche. Y antes de marcharse le indica:
“20 hs, Victoria.
Necesito la entrega de ese informe preliminar. 20 hs en la dirección que te
acabo de mandar”.
Ella asiente con la
cabeza y se marcha con el rostro colorado por lo que acaba de ocurrir.
Victoria no sabe lo que
quiere. Sebástian no sabe lo que ocurrirá.
Con la tentación derramándose
por los poros de la piel. Con la fantasía de la entrega y la correspondencia. Ganas
de entrelazarse más que los dedos.
Ella quiere dos cosas:
vivir este sentimiento extraordinario y dejar de sufrir. La prisa que ocurre, el deseo que mata.
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