Había una vez una pequeña esquimal que tenía muchos sentimientos. Su mente era un puzzle dificil de descrifrar.
Creía que los momentos grises eran parte de su vida cotidiana y que no volvería nunca, NUNCA a sentirse bien del todo.
Dormía sin soñar y despertaba llena de caos interno. Buscaba la luz, la belleza, en todo lo que veía a su alrededor.
Pero era en vano.
¨Utiliza tu tristeza para crear mundos mágicos"- le dijo un vecino.
"Corre sin parar para calmar tu mente"- le dijo el cartero
La pequeña esquimal comenzo a vivir intensamente. Sin dejar que el presente la abrume. Ni el temor del futuro la apañe.
Una avalancha de momentos increibles se vivieron entonces.
Y pensó que realmente, lo tenía todo. Y el ruido de lo que NO, sería pasajero.
Comenzo a creer que podía contagiar su inspiracion al resto. Ser demasiado sensible ya no era algo malo. Cualquiera de nuestros matices, por más que sean incontrolabes, son hermosos. Porque estamos vivos, a pesar de.
"Sueña, pequeña, empieza y no dejes de soñar"- le dijo una amiga.
Y la vida empezo a abrazarla.
Pequeña Esquimal volvió con el alma llena.
Ya no añicos. Ya no trizas.