miércoles, 11 de octubre de 2023

Capítulo 1: Victoria "Aún bailo bajo la lluvia"

RECOMENDACIÓN: LEER ESTE CAPITULO CON LA SIGUIENTE CANCIÓN:

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 Son las 4 am y la ansiedad comienza a calarle entre los huesos.

Victoria se levanta de la cama, se acerca al espejo de su habitación y ve su reflejo hecho añicos.

"No soy de este mundo"- Se dijo a si misma con frenesí, mientras la luz de la luna iluminaba suavemente su rostro.

Está nerviosa. Lo sabe.

Regresa a su habitación y se enreda entre las sabanas abrazando sus piernas, volviéndose bolita, hamacándose hasta conciliar el sueño nuevamente.


El despertador suena religiosamente como cada mañana a las 6 am, se da una ducha, se viste y sale en busca de un cappuccino a la cafetería que se encuentra en la esquina de su departamento.

Lleva su vida repartida como un puzle, dejando sus piezas una por una en cada sitio que recorre.

Su mente como una nebulosa llena de pensamientos negativos. Escribe y todo es más fácil. Todo debería ser más fácil...

Suspira y agarra su celular para escribirle a sus amigas.

Y cuesta dejar ir todo lo que se imagina. Un jefe nuevo comenzará hoy a trabajar en la Editorial, será un jefe amargado que no la deje ni respirar. O alguien que la ayuda a escapar de su realidad.

Ni una ni otra. Tiene en claro lo que quiere. Ella quiere que la dejen trabajar y nada más.

Al fin y al cabo está cumpliendo el sueño de su vida.

Encara hacia su trabajo para ponerle fin a esto.

Sube por el ascensor, descendiendo en el séptimo piso y camina entre el silencio retumbando sus tacones por doquier.

Se deja caer en su silla y prende su laptop para comenzar a trabajar.

Las horas pasan y ella muy concentrada termina su trabajo antes de tiempo. Pues, ser aplicada siempre fue lo suyo.

Cree que se merece un descanso. Decide ir a tomarse un café a la cocina olvidándose de los acontecimientos del día, postergando sus pensamientos para después.

Con ganas de saborear su café con leche recién salido de la cafetera, se relaja contra el vidrio de la ventana observando como las personas caminan por la ciudad.

El mundo cruje y su mente al fin está en calma.

Se da vuelta para volver a su oficina y choca contra alguien, derramando su preciado café sobre el traje impecable de aquel desconocido.

-¨¿Pero qué diablos estás haciendo?¨- Aúlla levantando la mirada y rompiendo su paz con el encuentro de aquellos ojos marrones que vislumbran carisma.

-¨Mis disculpas, señorita¨- sonriendo de costado, con las manos en los bolsillos.

Su rostro es atrevido y a él le causa gracia la situación que acaba de vivir.

-¨No entiendo tu risita, no entiendo que haces acá y no entiendo porque tengo que permitir que te burles de esto¨. Asiente con rabia.

Cuando torna su cuerpo para marcharse, él la toma del brazo.

-¨Mis disculpas, señorita?. Creo que no nos han presentado. Mi nombre es Sebástian, el nuevo CEO de la Editorial En Palabras.

Avergonzada por estar frente al nuevo director ejecutivo de la empresa donde trabaja, baja la mirada y su rostro enfurece, no puede ocultar la humillación que acaba de vivir.

-¨Las disculpas serán mías, Sr. Sebástian. Soy Victoria, trabajo en ventas, aunque algún día estaré en la oficina de creaciones. Estoy segura. Todas las mañanas me levanto, voy a mi cafetería preferida y mientras charlo con mis amigas pienso en mi futuro creativo. En fin... que estoy diciendo, hablo mucho cuando me pongo nerviosa. No lo molesto más. Sepa disculpar Sr. Voy a continuar mis quehaceres¨-

-¨Me encanta cuando las personas hablan demás, demuestran con palabras lo que desean callar con el cuerpo. Y vos Victoria no tenes nada para ocultar"- Soltando su brazo con delicadeza.

Ella lo miro nuevamente a los ojos y sabía que su rostro imploraba que llegará una ola polar y enfrié toda esta situación.

¿Acaso era cierto lo que acaba de ocurrir?

Se moría de ganas de contarles a sus amigas todo. Absolutamente todo.

Por que con esos 15 minutos que ocurrieron, ella se grabó en la memoria cada detalle de su cuerpo.

Su altura, su perfume prepotente sobresaliendo de su cuerpo, su ropa perfectamente planchada, su corbata roja exquisitamente deseable, su barba arreglada seguramente esa misma mañana y su flequillo levemente hacia el costado haciendo juego con su rostro juguetón.

¨¿Pero que estás pensando Victoria? Es más grande que vos y es tu jefe!¨- Dijo Gabriela en el grupo.

Sol la alentó y le dijo que vaya a encararlo.

Y Lara le dijo que sea reservada y consciente pero que nunca dejé de ser fugaz.





Sus amigas no estaban ayudando y ella quería salir corriendo y no regresar jamás.

Su día continuo normal aunque sus ansias por verlo de nuevo le agobiaban continuamente.

Como nunca, recorría la oficina al propósito para ver si lo cruzaba nuevamente. Pero no hubo caso. No hubo encuentro.

Desistió y se dijo a si misma que quizás era lo mejor. Lo que menos quería era perder su trabajo.

Sebástian era mucho mejor de lo que ella había imaginado. Sebástian era un apuesto y atractivo hombre de unos 47/48 años.

Lo que menos le importaba era la edad. Lo que más le acontecía era conservar su empleo.

Por lo que agarró su cartera y se dirigió al ascensor para marcharse a su casa.

Entró, cuasi desesperada por irse, cuando su encuentro fue inevitable.

El choque esta vez fue tan repentino que su cuerpo quedo rozando con el de Sebástian. Y entre las paredes de aquel ascensor, los corazones latieron al unísono.

Ninguno de los dos podía moverse. Era como si algo hubiera congelado el espacio y el tiempo.

Bastaron 3 minutos para que se abriera la puerta en el tercer piso y sus cuerpos se separaran como repelándose cual imanes.

Victoria volviendo a sentir vergüenza.

Sebástian la miro de arriba a abajo, y le guiño el ojo.

-¨¡Que no se te haga costumbre esto de andar atropellando a la gente"- le dijo sonriendo entre líneas.

Victoria bufó ante tal comentario continuando su salida del edificio por la escalera.

¿Quién se cree que es este tipo para hacerse el lindo y burlarse? ¿Acaso es el típico cliché en el que nos terminamos enamorando, nos casamos y todo sale bien? Pues no lo será. Compostura, Victoria. Compostura.

Llegó a la puerta y lo vió alejarse mientras subía a su auto de lujo, con el maletín en la mano, sus zapatos lustrados cuasi al extremo y su mirada arrogante mirándola desde arriba.

Levantó una de sus cejas y la saludó con la mano.

Ella se escondió tras la columna de la entrada del edificio. Y entonces, recordó otra vez el encuentro fortuito en el ascensor. Sus cuerpos perdidos en la aventura, suspirando al compás el uno con el otro. Sintiendo su cuerpo maduro junto al suyo.

Esa avalancha de recuerdos no se la quitaría de encima. Se tumbó contra el vidrio para aliviar el ardor que estaba sintiendo en su cuerpo y unos minutos más tarde reaccionó.

Fantasía pasajera. Segundos de euforia. Y una ciudad que comienza a devolverle la vida cuando el ruido crujía constantemente en su corazón roto por las circunstancias de la vida.

Un momento irremediablemente incapaz de olvidar.



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