
No renuncies al silencio. No juzgues a la llama.
Vuelve cien mil pasos al costado.
Mirate tu. Allí sentada.
Tan oscura. Tan tirana.
No te olvides.
Y regala, aquel instante, aquella mirada.
Contempla los porque sin sentido alguno.
No te olvides.
Quien eres y quien fuiste. Cuando y donde la tormenta venció la calma.
-Pequeña Esquimal-
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